Un lunes luego de elecciones, pero distinto

Por: Carlos Alvarez.

Este lunes postelectoral deja en el campo de batalla a dos vencedores representantes de extremos ideológicos, con heridas temporales a un candidato que parece reflejar la cara de un nuevo país, y el entierro, cuántas veces se ha dicho eso, de los partidos tradicionales incapaces de interpretar la nueva realidad de la nación.

Los colombianos quedamos amarrados a elegir entre dos extremos ideológicos que, paradoja enorme, no traducen el querer de una gran mayoría, atomizada en votos en aspiraciones diversas en las elecciones de ayer.

Surge en algunos sectores lejanos a los candidatos que se enfrentarán en segunda vuelta, la decisión de votar en blanco. Para algunos es la reacción propia de la impotencia ante la derrota y para otros la única vía que expresaría el rechazo a tener que matricularse en posturas ideológicas que nos los representa.

Lo que vendrá será la trashumancia, expresada en términos de los que migrarán de las aspiraciones derrotadas para aterrizar en alguna de las dos vigentes.

Sospecho que una de esas candidaturas se acerca a su techo y deberá encontrar una flexibilización de su discurso para atraer nuevos votantes. Pero flexibilizar ese discurso pone en riesgo la obediente militancia de muchos de quienes la apoyaron ayer.

Y la otra tolda, que parecería tener más campo de acción para fortalecerse de cara a la segunda vuelta, se enfrenta a sí misma. Un candidato que fuera de quienes votaron por él ayer genera reservas, más allá de su ideario por su postura personal,  su incapacidad de conciliar y sus pocas intenciones de alejarse de las lisonjas que lo impulsan a desarrollar un culto a la personalidad.

Gran reto el que tiene la nación ahora como nunca cuando la derecha radical e izquierda se enfrentarán sin intermediarios pero teniendo frente a sí una realidad evidente: La mirada de millones de ojos que quieren la paz y consideran que ya se dieron pasos que no permiten un retroceso que nos llevaría al abismo de revivir una cruda confrontación que dejo miles de muertos y escribió la historia de gran parte del siglo pasado y los albores del presente.

Mis respetos sí para los votantes de Bogotá. Dieron un ejemplo de absoluta independencia, de lejanía con las maquinarias, de distancia con las encuestas, de rechazo a la polarización y de castigo a quienes no han sabido responder a la obligación natural de gobernarla bien.

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