La construcción de un edificio inteligente para la Policía de Bogotá resultó siendo un tributo a la corrupción, negligencia y un asalto más a los dineros de la ciudad.
19 de noviembre del 2010 por 43.794 millones de pesos se adjudica la obra para la nueva sede de la Policía Metropolitana de Bogotá en unos predios donados por la Dirección Nacional de Estupefacientes en Ciudad Salitre.
Cuatro años después se denunció que esa adjudicación que hizo el Fondo de Vigilancia y Seguridad que dirigía Mauricio Molano fue orientada a favorecer al contratista.
La obra debía inaugurarse dos años después en marzo de 2012.
El contrato fue otra de las malas herencias que dejó Samuel Moreno y su nefasta alcaldía. Y para que no se nos olvide el constructor que debió entregar la obra era Castell Camel Ltda.
Los representantes de esa firma tuvieron el descaro de asegurar en abril de 2014 que ya iban en el 85% de desarrollo de la obra pero escondieron la realidad y era que las placas que debían sostener el edificio presentaban serios hundimientos que hacían la continuidad de la construcción inviable.
Más aún meses después se descubrieron problemas financieros representados en deudas que no podían enfrentar y su insolvencia llevó a la firma constructora a enfrentar una reorganización ordenada por la superintendencia de Sociedades.
Durante el gobierno de Gustavo Petro se venció el contrato con la firma interventora y también la licencia de construcción.
En junio del año pasado la firma constructora puso pies en polvorosa, no hubo más trabajos. Conclusión en el gobierno Petro la obra fuguró en el grupo proyectos inconclusos.
Un año después es decir terminando el 2016 LA Sociedad Colombiana de Ingenieros le puso la banderilla negra a un edificio famélico, con paredes derruidas, llenas de grafitis y hierros retorcidos triste muestra de lo que se creía iba a ser la columna vertebral.
A hoy en esa fallida obra la ciudad ha enterrado casi 50 mil millones de pesos y los ingenieros recomiendan demoler totalmente muros y paredes divisorias en toda la estructura, levantar la placa del piso por su baja densidad y los daños que tiene, debido a la exposición a la intemperie producto a los años de abandono que lleva la obra.
Se estiman mil millones de pesos para repara arreglos iniciales de la obra y se recomienda un nuevo estudio para adelantar un reforzamiento estructural a toda la edificación.
El concejal Julio Cesar Acosta quien le ha hecho seguimiento a este evidente detrimento patrimonial resume así lo que pasado: La mala gestión, la falta de auditoria y los años de parálisis, tienen a este elefante blanco en un permanente deterioro y si no se toman correctivos lo más pronto posible, el monto de los recursos a invertir para su recuperación aumentará en miles de millones de pesos, o en el peor de los casos demoler totalmente la edificación.