Es comprensible que lo urgente en medio de la emergencia sanitaria por el coronavirus, sea atender las consecuencias físicas en la salud pero los efectos en la salud mental deben atenderse para minimizar secuelas a mediano y largo plazo.
La Veeduría Distrital sondeó a por lo menos 5 mil habitantes de la ciudad mayores de 15 años respecto a comportamientos individuales y colectivos producidos por efecto de la pandemia y lo que se evidenció es la imperiosa necesidad de desarrollar una política pública en salud mental, cuyos lineamientos no se han actualizado desde el 2015.
La Veeduría Distrital realizó la encuesta con el objetivo de identificar cuáles son las principales afectaciones de salud mental de los habitantes de la ciudad durante la pandemia, así como los vacíos de política pública en la materia susceptibles de mejorar.
La encuesta buscó aproximarse al estado de salud mental y la percepción sobre los canales habilitados por la Administración Distrital para la comunicación con la ciudadanía durante la pandemia.
Al indagar por los factores que más preocupan a los ciudadanos, se encontró que el 84% dijo estar preocupado por contraer el Coronavirus y el 70% de morir a causa del mismo. Además, al 64% le preocupa la situación social y económica de la ciudad luego de superada la emergencia.
El 27% de los encuestados manifestó sentirse mucho más nervioso, en una proporción mayor para mujeres (31%) que para hombres (21%). Adicionalmente, el 21% manifestó sentirse mucho más decaído que antes; la mayor prevalencia de esta condición es para las mujeres.
La encuesta arrojó que el 13% de los encuestados tienen o conviven con una persona a la cual se le ha diagnosticado alguna enfermedad mental que requiere tratamiento, y de este porcentaje, el 40% dijo que el tratamiento no ha podido tener continuidad a causa de la pandemia.
Así mismo, el 23% dijo tener muchos más desacuerdos dentro de su hogar, y en el caso de las mujeres que respondieron la pregunta, este porcentaje aumenta al 27%.
Esta misma relación se da en otras mediciones “que también evidencian un mayor de angustia y preocupación entre las mujeres del futuro, lo cual puede deberse al exceso de responsabilidades que enfrentan en la vida privada, así como a su mayor participación en el sistema de cuidado”, aseguró el Veedor Distrital, Guillermo Rivera.
Al indagar sobre la percepción acerca de las campañas de comunicación de la Administración Distrital, el 74% considera que la información que ha recibido es oportuna, el 70% que es clara y el 56% que es suficiente. De acuerdo con el estudio, la efectividad de las estrategias de comunicación y el diálogo directo con la ciudadanía en el territorio tiene un impacto directo sobre la reducción de la incertidumbre propia de la emergencia y el acatamiento a las medidas de salud pública.
Recomendaciones de política pública
La Veeduría Distrital planteó las siguientes recomendaciones de política pública para construir, de manera urgente, políticas de atención de corto, mediano y largo plazo en la ciudad, que permitan reducir las afectaciones de salud mental durante la pandemia y aportar a la resiliencia colectiva, entendida como la capacidad social para afrontar o recuperarse con éxito de las situaciones adversas.
Seis recomendaciones:
1. Es necesario replantear y repensar la política pública de salud mental diseñada para el Distrito en el 2015, que tenga en cuenta acciones de mayor impacto desde el marco de Atención Primaria en Salud junto con las necesidades diferenciales de diversos grupos poblacionales que presentan mayor riesgo y vulnerabilidad, como son niños niñas y adolescentes, adultos mayores, mujeres y población en condición de pobreza, para evitar el aumento en la prevalencia de situaciones de violencia y otro tipo de riesgos asociados a la aparición de problemas y enfermedades mentales.
2. Es necesario asegurar acciones promocionales en salud mental sencillas y que sean divulgadas rápidamente que involucren los diferentes entornos en donde permanece el individuo y que fortalezcan la capacidad resiliente de las personas y la comunidad (Ejercicio físico, interacción a través de medios de comunicación con otras personas, medidas de higiene de sueño, formación en habilidades socioemocionales especialmente en regulación emocional
3. En materia de tratamiento para la enfermedad mental, la Administración Distrital tiene una oportunidad para reducir las barreras de acceso a la atención ocasionadas por la emergencia sanitaria y hacer un seguimiento más estricto a la adherencia al tratamiento de pacientes con condiciones mentales, tanto en la red pública como privada. Esto se puede lograr, entre otros, a través de campañas dirigidas a la no estigmatización frente a las temáticas en salud mental.
4. La ciudad debe adelantar mediciones rigurosas y con base científica sobre el estado de la salud mental de los habitantes de Bogotá. Los impactos de eventos traumáticos como epidemias o desastres naturales sobre la salud mental están ampliamente documentados, y pueden ser agravados por factores asociados a la coyuntura actual como la incertidumbre sobre la evolución de los casos de contagio, el riesgo de contraer la enfermedad, la inestabilidad laboral y financiera o la exposición a diversos tipos de violencia en el hogar.
5. Es urgente ampliar e implementar canales complementarios de diálogo con la ciudadanía por fuera de las redes sociales y los medios de comunicación masiva, para así garantizar la transparencia y equidad en el acceso a la información para todos los habitantes de la ciudad.
6. En una situación de emergencia epidémica donde se han producido una gran cantidad de enfermos y fallecidos y sobre la que no se tiene certeza acerca de su duración no es solamente un problema del resorte del Sector Salud; sino que requiere del trabajo articulado con otros actores como instituciones gubernamentales, ONG, autoridades locales y la propia comunidad, para promover soluciones de salud mental basadas en la construcción de capital social y así promover la capacidad de resiliencia en la Ciudad. Se trata de estrategias continuas, que pasan por mediciones permanentes y actualización de intervenciones que deben ir más allá de líneas telefónicas de atención que, aunque son válidas, no son suficientes para responder al diagnóstico encontrado.