Cuando una tragedia como la de anoche y mañana de hoy ocurre las fronteras desaparecen y el dolor es universal. Acostumbrado a priorizar la realidad de nuestra querida Bogotá me es imposible no registrar el luto que hoy envuelve el fútbol, periodismo y en general a la humanidad.
Lo ocurrido con un modesto pero exitoso equipo de fútbol de Brasil como el Chapecoense que prácticamente desapareció entre el fuselaje retorcido del avión que lo traía a Medellín para jugar la Copa Suramericana, nos despertó de la mano con la sorpresa, tristeza y porqué no reconocerlo lágrimas por el destino fatal de seres que no conocimos pero que la familia del fútbol nos hizo cercanos.
Amén de lo que las investigaciones subsiguientes arrojen sobre las causas del siniestro que podrían pasar por fallas eléctricas o falta de combustible, este trágico hecho nos aterriza, a propósito de términos aeronáuticos, a lo breve y caprichosa que es la vida.
Las mediáticas redes sociales nos engancharon hoy con reflexiones y pensamientos variopintos frente a la sorpresa de la muerte:
Decían “No salgan de sus casas enojados, no dejen de decirle a su familia lo mucho que la quiere. La vida da muchas vueltas, hoy estamos mañana quizá no.”
O este otro “Hoy es uno de esos días en los que no deberíamos pelear, hoy podríamos recordar que la vida es efímera y puede acabar en un suspiro.”
Hoy se evidencia una vez más que ante el sin sentido de una tragedia como la que hoy nos conmueve la naturaleza humana se sensibiliza hasta más no poder y la pregunta del Porque se queda sin respuesta terrenal y apunta hacia dimensiones espirituales individuales.
Resulta más que ejemplar, leal y realmente emocionante que Atlético Nacional haya propuesto que el club Chapecoense de Brasil sea declarado campeón póstumo de la Copa Sudamericana y que hinchas admirables del club colombiano propongan que mañana a la hora del partido en el Atanasio Girardot se reúnan y encendiendo una vela cada uno le rindan un postrero homenaje a los jugadores del equipo de Brasil que murieron trágicamente en el accidente y también a la tripulación, periodistas e invitados que encontraron una muerte absurda en este hecho.
Episodios como el de hoy nos convoca a darnos cuenta como decía un escritor anónimo que “Si pudiésemos darnos cuenta del poco tiempo que estamos en esta planeta, pensaríamos dos veces antes de desperdiciar las oportunidades que tenemos de ser, de disfrutar cada instante y hacer felices a los demás”.