El día después del plebiscito

El día después del plebiscito persisten las miradas inciertas de colombianos que votaron por el SI y la actitud aún no unánime de quienes ganaron con el NO.

Y digo ganaron porque si bien fue una diferencia corta de algo así como 70 mil votos en democracia eso es ganar.

El paso de las horas sin embargo abre un escenario en el que la simétrica división del país no resulta ser frente a la PAZ sino en los detalles para enfrentar su obtención.

Esos detalles que no pueden significar desandar lo andado si exigen incorporar las voces de quienes estuvieron por fuera del marco de la negociación de La Habana.

Así por fortuna lo entiende el presidente Santos y políticos de cierta coherencia que comprenden también que la actual no es la hora de actitudes ni voces que la emprendan contra la institucionalidad y apunten a fomentar aún más incertidumbre que la de por sí genera un resultado plebiscitario sorpresivo pero real.

Se fortalece un ejército pacífico de voces que empiezan a promover un  pacto político nacional que permita inaugurar una etapa de diálogo entre todas las partes que puedan interpretar en sus decisiones lo expresado en las urnas por los colombianos, que no es más que un clamor de paz con inclusión, que en opinión de entendidos tal vez faltó en la etapa que terminó con la firma de los Acuerdos de la Habana.

Por fortuna las FARC, ganadoras por donde se mire el resultado de ayer, entienden que volver al monte empuñando armas no es opción y han reiterado que mantienen intacto el optimismo frente al proceso, por fortuna desde el NO se han escuchado voces unas más sensatas que otras que denotan el interés de avanzar hacia ese pacto político nacional que la actual situación demanda y por fortuna también desde el gobierno el propio presidente Santos también abre la puerta para escuchar a los del NO.

Inquietante si resulta lo que avizoran algunos analistas frente a la posibilidad, que ante la nueva situación un referente del NO como Alvaro Uribe, decida aprovechar la coyuntura para arrinconar al presidente  Santos en el escenario que se avecina y entable diálogos directos con las FARC intentando una renegociación de los acuerdos sin la participación del gobierno.

Volveríamos al principio. Un país nuevamente polarizado que no se vería en su todo representado por  actitudes de ese talante con el agravante que sería un atentado contra la institucionalidad, esa que tanto defendió en su gobierno el propio Uribe.

Pacto político nacional SI como alternativa real que en cambio pareciera que no lo es una Asamblea Constituyente que enfrentaría obstáculos tales como designar a dedo integrantes de las FARC para que las conformen pero además extendería la negociación no ya a puntos específicos sobre los que se avanzó en los Acuerdos de La Habana sino sobre el todo el andamiaje de la nación.

Hoy pues lo importante es tender puentes, demostrarnos que las diferencias conceptuales son superables a través del diálogo, que la unidad de la nación está por encima de veleidades y soberbias personales, que en suma a los colombianos todos no nos importa una paz con apellido sino una paz estable y duradera con el nombre de Colombia.

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