La decisión anunciada por Claudia López de no permitir la entrada de los sectores manufacturero y de la construcción simultáneamente en actividad en la ciudad, puso otra vez de manifiesto que la comunicación con el gobierno nacional no es la más fluida.
Este es el más reciente de los hechos que demuestra que a pesar de los diálogos que, aseguran los dos son continuos, no terminan mostrando coincidencia y acuerdo frente a las decisiones que uno y otra adoptan frente a la pandemia.
Parece tomar fuerza la idea que la alcaldesa definitivamente adoptó la estrategia de adelantarse en la toma de decisiones y no es sino recordar cuando mandó a los bogotanos a un simulacro de aislamiento que precipitó luego la adopción de la cuarentena nacional por parte de Duque.
No es difícil advertir que el gobierno Duque no ve con buenos ojos la postura de la alcaldesa y la indirecta del presidente Duque contra la alcaldesa hoy, al expresar que “hay que dejarle de echar la culpa al aeropuerto” es una muestra clara de ese desagrado. Era la manera de responder a lo dicho por López recientemente cuando presintió una eventual reapertura del aeropuerto. “Sobre mi cadáver lo reabren” dijo la alcaldesa, agregando que fue por allí por donde entraron los casos de coronavirus a la ciudad.
La manera de comunicar de López, magistral, abundante en explicaciones, ahondando en detalles y apoyando sus decisiones en lo que recomienda su equipo de asesores científicos para enfrentar la pandemia y evidenciando una marcada posición de privilegiar la vida sobre lo económico, en opinión de especialistas, explica que hoy en promedio en las encuestas esté por encima del 75% de imagen favorable entre los habitantes de la ciudad.
En la otra vera está el presidente Duque quien decidió como estrategia visibilizar su presencia diaria en la televisión para explicar y justificar decisiones frente a la pandemia, siempre acompañado de su equipo de colaboradores más cercano.
Sin embargo, ese trabajo a todas luces esforzado desde el punto de vista informativo, apoyado en videos y con la ventaja de concentrar la atención en materia de anuncios de coyuntura, también en opinión de especialistas, se ha visto afectado por salidas en falso del propio mandatario (recuérdese el episodio del gol Vinasco, el salario de los panaderos, etc) que han movido el foco de atención de los colombianos a este tipo de episodios más que a la naturaleza e importancia de los anuncios.
Esta semana la alcaldesa López dio un golpe de mano al adelantar que al término de la cuarentena se abría la opción de que de manera escalonada y con el cumplimiento de exigentes y necesarios protocolos de seguridad entrarán tres sectores en actividad. Se refería a los de construcción, venta y mantenimiento de bicicletas y mantenimiento de vehículos y motos.
Previamente ejerció presión para que no se levantara la cuarentena como presumía podría ocurrir por decisión del gobierno nacional.
Nada de eso ocurrió. Duque pasó a la ofensiva no desmontó la cuarentena y por el contrario la extendió hasta el 11 de mayo. Además, notificó que los sectores manufacturero y construcción podrían regresar a actividades. Y fue ese el momento de un nuevo choque entre Duque y López.
La alcaldesa hoy previos trinos, se dedicó a través de diversos medios radiales a anunciar que por lo menos en Bogotá no saldrían simultáneamente a actividades los dos sectores señalados por el gobierno nacional.
Argumento que permitir que trabajadores de la construcción y manufactureros salieran el 27 de abril, desbordarían la demanda de transporte masivo que no puede sobrepasar un 35% de ocupación por el peligro que representaría para la expansión del virus en Bogotá que enfrenta el mayor número de contagios en el país.
Y si a algunos no le quedaba claro que la alcaldesa no teme fortalecer su liderazgo en el manejo de la pandemia, hoy también no dudaba en afirmar que en defensa de la vida las restricciones por sectores en la ciudad continuarán hasta que no haya vacuna contra el COVID 19.
Lo cierto es que en beneficio de la ciudad y el país y teniendo como escenario en estos tiempos la dura lucha que se debe dar contra el coronavirus, ese teléfono roto que se evidencia existe entre quien lidera el país y quien desempeña el segundo cargo más importante de la nación debe cambiar de tono y permitir una relación más fluida y coincidente en el manejo que se le debe dar a la pandemia.