Hoy es de esos días en que el alcalde Peñalosa no hubiese querido levantarse. Inundaciones en dos tradicionales barrios del sur de Bogotá: Tunjuelito y Claret. Bloqueos en troncal de Transmilenio en Soacha que derivó en otro en la autopista sur. Las cada vez más evidentes falencias del SITP en su funcionamiento de rutas y en la condición mecánica de los automotores.
Todo sumando para que quienes quieren ver el culpable en la figura del alcalde, refuercen la idea de que hay que revocarlo. Él entre tanto intentando apagar los incendios a la par con acciones jurídicas para evitar que el intento revocatorio llegue a las urnas.
Las inundaciones en los barrios del sur son históricas cuando se agudiza la época invernal y se desborda el río Tunjuelito. Cada alcalde ha tenido que enfrentarlas pero, claro, soluciones de fondo no ha habido. Se limitan los trabajos a acciones coyunturales de evacuación de aguas, ayudas a los damnificados que quedan a la espera de la próxima inundación.
Lo de Transmilenio a Peñalosa se lo cobran con mayor dureza los usuarios porque como creador del sistema resulta fácil apuntarle como culpable del hoy del Transmilenio y él reclamando, pára muchos con justicia, que su consentido Transmilenio fue abandonado por todas, bueno exceptuamos la de Mockus, las alcaldías posteriores a la suya.
Lo del SITP es un fardo heredado que Peñalosa mira con preocupación porque sin ser de su autoría deberá tomar decisiones para reinventarlo o dejarlo agonizar a la par con más troncales y el mentado metro. Pero eso toma tiempo y el cheque ya no está en blanco para el alcalde. La ciudadanía exige medidas de corto plazo.
Y si el cuadro ya es de cuenta larga para el alcalde qué decir de la preocupación latente que le embarga sobre cómo se invierten los recursos en las localidades.
Las renuncias de los alcaldes locales de Mártires y Teusaquillo revelan que las cosas por esos lados tampoco andan bien y que exigen un redireccionamiento con nombramientos alejados de los políticos y apegados más a los técnicos, más si como dicen, vienen más cambios de alcaldes locales decididos por Peñalosa.
Vamos por el segundo año del actual gobierno y en opinión de muchos aun hay tiempo de reconducir el camino pero otros piensan que el cambio debe ser de fondo y radical sacando al alcalde. ¿Aguanta Bogotá bandazos de ese tipo? ¿Hay excesiva dureza, amparada en intereses políticos, para buscar la cabeza de Peñalosa? ¿Se está quedando con muy pocos alfiles el alcalde, que defiendan su gestión?
Preguntas que sólo el implacable tiempo empezará a dilucidar.