Antes del 10 de diciembre el Concejo de Bogotá deberá haber aprobado el presupuesto de la ciudad para el año entrante. Anoche los concejales de la Comisión de Hacienda le dieron su visto bueno con 12 votos a favor y 2 en contra.
Es un presupuesto que se acerca a los 19 billones de pesos y que será el que manejará, teniendo en cuenta sus prioridades, el alcalde Peñalosa teniendo en cuenta que este año por terminar se ejecutó el presupuesto que provenía de la Bogotá Humana de Gustavo Petro.
El presupuesto por aprobar en plenaria evidencia la apuesta de Peñalosa por afrontar múltiples obras de desarrollo apalancadas en esquemas como las Alianzas Público Privadas, más conocidas como APP, como también el fortalecimiento del sistema de transporte masivo, Transmilenio.
Para gustos los colores. Hay quienes consideran que la ciudad precisa de un empuje agresivo en materia de obras, evidenciado el retraso en ese frente que ha tenido en los últimos años mientras que hay otros que piensan que ese presupuesto le asesta golpes preocupantes en materia de recursos a sectores sensibles como la educación, la salud e integración social.
Por ejemplo sobre esta última entidad llaman la atención concejales como Manuel Sarmiento quien asegura que el presupuesto para el programa de comedores comunitarios, bonos y canastas alimenticias, se reduce en un 20%, lo que implica que la meta de 2017 tenga 90 beneficiarios menos que la de 2016.
Contrario piensa el concejal Hossman Martínez del Partido de la U quien respalda ese proyecto de presupuesto y afirma que hay un equilibrio entre la inversión social y las obras de infraestructura especialmente de movilidad que la ciudad demanda.
Lo que viene es un forcejeo entre cabildantes de la coalición de gobierno y concejales opositores por ajustar recursos a sectores que cada bando considera reforzar.
Los primeros orientando su presión para que se ajusten presupuestos de entidades que manejan inversión social y los segundos defendiendo la visión peñalosista de obras de infraestructura.
De fondo el reto es que con recursos que siempre serán insuficientes se logren acompasar las necesidades y urgencias sociales de la ciudad y las obras que exige una metrópoli de casi 10 millones de habitantes.