La sinrazón de la justicia

Por: Carlos A. Alvarez S.

Son constantes las denuncias en diversas circunstancias de excesos de la fuerza policial ante los ciudadanos que lógicamente crean desconfianza frente a su labor y profesionalismo. Negarlo por parte de ellos sería necio.

No son pocas las historias que rodean grupos delincuenciales en las que por desgracia, aparecen vinculados miembros de la institución que desvían su camino.

Y como no señalar las veces en que uniformados se corrompen y terminan “matriculados” por los delincuentes de todo pelambre con coimas, pagos, por mirar a otro lado, no ejercer su función y permitirles actuar sin control ni ley.

El conjunto de estos fenómenos y otros más como los policías que dan mal uso a su arma de dotación o aquellos que fuera de turno se olvidan que se es policía todo el tiempo y resultan con su comportamiento un mal ejemplo para la ciudadanía, desembocan en una crisis de confianza ante los ciudadanos.

Sin duda que resulta inaplazable una reestructuración a fondo de la institución para que su prestigio vaya de la mano con hombres y mujeres de la institución que la hagan reivindicar su objetivo de por sí vital y trascendental para la seguridad y tranquilidad ciudadana.

Pero todo ello no justifica lo que la crónica del día cuenta frente a un hecho que muestra que con todo y sus errores los policías, en el estricto ejercicio de su labor, están cada día más desprotegidos frente a los violentos profesionales y con sumo pesar decirlo, frente a la misma justicia que debe considerarlos.

Un policía de Transmilenio es atacado con arma blanca por dos individuos aparentemente ebrios que lo lesionan en una de sus manos. Una de las heridas ameritó sesenta puntos de sutura y diez días de incapacidad.

Los policías actuaban en defensa de una pasajera que venía siendo agredida verbalmente por los sujetos. El conductor del articulado se detiene en la Estación de la Granja, los policías suben intentan diálogo con los individuos pero estos optan por atacarlos, hiriendo a uno de ellos.

Lo insólito viene después. Un juez deja a los atacantes en libertad argumentado falta de antecedentes y que las heridas no pusieron en peligro la vida del policía.

Algo no está funcionando bien cuando ocurren hechos como éste. Hacia el futuro cualquiera seguirá viendo a los policías como funcionarios vulnerables y atacables y éstos a su vez se lo pensarán mas de una vez para cumplir con su deber.

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