Doña Juana: La bitácora de un desastre anunciado

Así denomina la Personería de Bogotá la nueva emergencia que se registra en el Doña Juana, como consecuencia del deslizamiento anoche de por lo menos 60 mil toneladas de desechos.

Claudia López pidió manejo directo del distrito del relleno

La actualidad del relleno pasa esta vez por una revelación que no puede pasar desapercibida.

Y es que hoy se viene a saber que un mes después de posesionarse como alcaldesa, Claudia López solicitó a la Superintendencia de Servicios Públicos, la posibilidad de que el distrito retomara el manejo de Doña Juana para, según lo indica la UAESP, poder darle el manejo serio y responsable que necesita.

Señas indiscutibles que desde el distrito ya se sospechaba lo que pasaba dentro del relleno cuyo operador, CGR, había hecho oídos sordos a la obligación de realizar inversiones en Doña Juana por 150 mil millones, actitud que le significó varios procesos sancionatorios.

Decálogo de irregularidades en el relleno según la Personería

Es tan evidente el devenir de las emergencias en el relleno que la Personería de Bogotá no dudó en hablar hoy de que lo que se está escribiendo allí, una bitácora de un desastre anunciado.

El ministerio público distrital enderezó su lupa hacia los directivos y exdirectivos de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos, UAESP, quienes deberán responder disciplinariamente por presuntas omisiones.

La Personería no se explica cómo hay multas que se han aplicado al concesionario, pero no se ha adoptado ninguna sanción definitiva.

Denuncia el ministerio público distrital que el concesionario solo tiene en funcionamiento dos máquinas para el funcionamiento del relleno de las 14 a las que está obligado a tener.

En relación con los lixiviados la situación es todavía más grave según la Personería. En un momento llegan a tener 71 mil m3 aproximadamente de líquidos que produce el acumulamiento de los desechos, equivalente a unas 21 piscinas olímpicas lo que el concesionario CGR no está en capacidad de manejar.

A esto se suma que el operador del relleno de los 26 equipos de la planta de tratamiento de lixiviados tiene en operación solamente cinco.

CGR, operador de Doña Juana sigue lanzando al río Tunjuelito los lixiviados, hecho que además desencadena una inestabilidad en el terreno. Esa acción origina también que se desaproveche el biogás que puede surgir de los tratamientos técnicos de los lixiviados. En suma, se están enterrando desechos que podrían será ampliamente aprovechables, sostiene la Personería de Bogotá.

La mayoría de los incumplimientos del concesionario obedecen a la falta de personal para la cobertura de los desechos, insumos, construcción de chimeneas, elaboración de filtros, cobertura y desarrollo de obras civiles para las terrazas del relleno, lo que de manera directa repercute en la estabilidad de este, indica el ministerio público distrital.

Lo incomprensible es que la propia personería indica que, pese a los continuos incumplimientos y escasa inversión de CGR, aún no hay un proceso de caducidad del contrato, por el contrario, el concesionario gestionó un aumento de tarifas de aseo para recibir más recursos con el aval del Distrito, incremento avalado por el Gobierno Nacional.

Superservicios y el dossier de investigaciones contra CGR

La superintendencia de servicios públicos entre tanto indicó que a raíz de la emergencia de anoche hizo un requerimiento para la adecuación técnica de los residuos que se desplazaron al tiempo que inició un monitoreo especial a la operación del Centro de Gerenciamiento de Residuos, CGR.

Sanciones

A la fecha, la Superintendencia ha impuesto dos sanciones por valor superior a $1.130 millones de pesos por fallas en la prestación del servicio, así:

En 2017 por valor de $1.060,8 millones por incumplimiento a especificaciones técnicas de cobertura de residuos y manejo de lixiviados en la zona del derrumbe del 2 de octubre de 2015.

En 2012 por valor de $70 millones por fallas en la disposición final de residuos.

Investigaciones en curso

La Superintendencia adelanta cuatro investigaciones frente a la operación del Centro de Gerenciamiento de Residuos Doña Juana (CGR) por presuntas irregularidades en el manejo del relleno sanitario y los planes de emergencia y contingencia.

El más reciente proceso de investigación se encuentra en etapa de descargos, luego de que la superintendencia declarara en mayo de 2019 la terminación unilateral del Acuerdo de Gestión, suscrito con el operador en mayo de 2018, por incumplimientos reiterados en las metas pactadas. En ese acuerdo el operador de Doña Juana se comprometía a solucionar fallas relacionadas con el manejo de lixiviados, cubrimiento de residuos, ausencia de zonas de contingencia y disposición en zonas no autorizadas por la autoridad ambiental.

Las otras tres investigaciones en curso se relacionan con:

1. Fallas en el servicio. Omisión de cobertura diaria, falta de adecuado tratamiento de lixiviados, incumplimiento de parámetros de calidad de vertimiento, incumplimiento a control de vectores y disposición final en zona de residuos de construcción.  Se encuentra en etapa de decisión final.

2. Plan de emergencia y contingencia no ajustado. Se encuentra en etapa de decisión final.

3. Falla en el servicio. Falta de continuidad en la prestación del servicio. En etapa de trámite de pruebas.

Lo que dice CGR

El concesionario operador del relleno a través de su representante legal, Mauricio Bernal, reaccionó frente al deslizamiento de desechos ocurrido anoche, lo estimó en unas 80 mil toneladas y afirmó al diario bogotano El Espectador, que si se tiene en cuenta que Doña Juana recibe 6.500 toneladas diarias de basuras, lo ocurrido es algo insignificante.

Al ser preguntado por el diario sobre ¿Qué toca hacer? respondió que “toca recoger la basura y mitigar el impacto para los habitantes del sector. Como se trata de basura, serán malos olores y posible proliferación de moscas y ratas. Nada más. Esto no enferma a nadie. Pero esto no le va a dar a nadie neumonía o COVID-19”.

La comunidad afectada vs Doña Juana

En medio de la nueva emergencia sanitaria que desencadena el deslizamiento de por lo menos 60 mil toneladas de basuras de Doña Juana está la calamitosa situación que enfrentan, no de ahora, desde hace más de 30 años los habitantes de las localidades de Usme, Ciudad Bolívar, Tunjuelito, Rafael Uribe, Bosa y poblaciones aledañas.

Los malos olores, vectores, enfermedades virales, infecciones y la depreciación de valor de sus predios, es una deuda social que la ciudad mantiene por tres decenios con esos pobladores que deben soportar el funcionamiento del relleno, adonde van a parar las 6 mil toneladas diarias de basuras que producimos los habitantes de Bogotá.

El relleno dio su primera señal de alarma en 1997, nueve años después de entrar en funcionamiento cuando se registró una gran explosión como consecuencia de la acumulación de gases y lixiviados.

Ese hecho movilizó a la comunidad y sectores sociales en procura de lograr el cierre de Doña Juana, lo que ha sido un imposible a través del tiempo y en cambio asistimos en la actualidad, a la posibilidad de que le sea autorizada al distrito una ampliación de la licencia ambiental que implicaría que Doña Juana pueda funcionar por 36 años más.

La línea de tiempo de funcionamiento de Doña Juana tiene otro episodio marcado en el año 2015, cuando se presentó un deslizamiento de 600 mil toneladas de residuos en dirección al sector del Mochuelo, con todas las afectaciones sanitarias y económicas que otra vez impactaron a comunidades humildes vecinas del relleno.

Resulta más que comprensible la exigencia que los habitantes de las localidades afectadas por el funcionamiento de Doña Juana hacen desde muchos años atrás consistente en que se cierre definitivamente el relleno sanitario y la ciudad de una vez por todas afronte un cambio de modelo de disposición final de las basuras tal y como la afirma la Plataforma Social Usme, “facilitando la transición energética participativa”.

Lo cierto es que cada día urge mirar con mayor compromiso que hacer con las basuras, que no sea enterrarlas en capos a cielo abierto lo que va a contravía con el uso de tecnologías que en otras latitudes son una realidad y que incluso encuentran en los desechos un valor económico que en el caso de Bogotá es O.

Al final queda el eco de lo dicho hoy por Claudia López sobre Doña Juana: “Trabajamos de común acuerdo con la Superintendencia de Servicio Públicos, la ANLA para tomar una decisión definitiva para que ese relleno no siga siendo un tormento como ha sido todos estos años para la ciudad de Bogotá”.

¿Cuál será esa potencial solución definitiva? Es una pregunta aún sin respuesta.

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