Creemos los bogotanos, y creo no ser inexacto si digo todos, porque aparte de las diferencias ideológicas de cómo administrar la ciudad, todos queremos que a Bogotá le vaya bien, que obliga la actual coyuntura un ánimo honesto, para desde nuestro rol particular, aportarle lo mejor y sacarla del momento difícil que enfrenta, la que es nuestra casa.
Por eso invocamos que la ciudad no se debata más desde las redes sociales.
Ahí en las redes sociales hay de todo. Desde los que se esconden detrás de anónimos para descalificar, hasta aquellos que se consideran propietarios de verdades que solo lo son para quienes las pontifican.
Hoy se descalifica a Gustavo Petro por montar unas fotos del Metro de Moscú para validar lo que dejó en documentos para el Metro de Bogotá. Ligereza, avivatada, no sé. Pero no es razón para que oportunistas lo pongan en la picota pública.
Ayer fue Peñalosa por una declaración, que sin bien desafortunada sobre los bogotanos y el Metro, fue objeto de críticas las menos sensatas y las más groseras y desconsideradas.
No desconozco la importancia de las redes sociales como herramientas que dieron voz a quienes estaban ausentes de escenarios donde pudiesen expresar opiniones. Pero claro, tal parece que la apertura de esa puerta fue asumida por unos con gran responsabilidad, conocedores de su valía, pero otros como jaurías, excúsenme la comparación, las tomaron como tribunas de burla, vilipendio, descalificación, denigración, mentira, calumnia, chisme y creo que me quedo corto de otros sustantivos que bien pudieran encontrarse en el diccionario, para significar el mal uso de esas redes sociales.
Por eso creo que llegó el momento que en Bogotá el alcalde en primera instancia y sus oponentes en igual medida, den ejemplo y se alejen de esas peleas intestinas que escenifican mediante, por ejemplo, en twitter.
Qué bueno poder retomar a esos tiempos en que las ideas y argumentos se debatían cara a cara en escenarios apropiados, con sindéresis y respeto por el otro, evidenciando las diferencias y trabajando por el convencimiento sin actitudes descalificadoras contra el oponente.
Sí, sé que en estos tiempos de la inmediatez, yo diría de la superinmediatez, no somos capaces de respirar profundo, contar hasta tres y responder con calma, respeto y juicio eventuales críticas o si es el caso plantearlas haciéndolo de igual manera.
Ahh aquellos tiempos de la dialéctica. Vale la pena recordar lo que significa y lo pongo en tiempo pasado porque allí quedo: Teoría y técnica retórica de dialogar y discutir para descubrir la verdad mediante la exposición y confrontación de razonamientos y argumentaciones contrarios entre sí.
¿La rescataremos en estos tiempos de sin razón donde la verdad es la más pisoteada?