Los vándalos que deslegitiman las marchas

El reto hoy para quienes convocaron las marchas, plantones, concentraciones de garantizar paz en medio de las movilizaciones, parecía no poderlo superar.

El ambiente ofrecido desde la administración distrital para el desarrollo tranquilo, responsable de las acciones en calle de quienes participan activamente en el paro era enteramente distinto al que primó en el gobierno anterior.

Se estableció un protocolo que dejaba en última instancia la orden de enviar a la calle al ESMAD, se vinculó, con el desacuerdo de algunos, a las madres gestoras de convivencia como un primer anillo de compañía a las marchas, se destinó a funcionarios del distrito con funciones también de gestores de convivencia, se determinó que una tercera instancia, si el diálogo no fructificaba frente a quienes bloqueaban, actuaban violentamente y ponían en riesgo la integridad de los ciudadanos y la suya propia era la acción de la fuerza disponible de la policía.

Pero la realidad superó por lo menos en la mañana en uno de los puntos de bloqueo, las buenas intenciones del gobierno de Claudia López de manejar con base en el diálogo los eventuales bloqueos y acciones violentas, especialmente en algunos portales de Transmilenio.

Quedó demostrado en acciones como las ocurridas en Suba donde colectivos de vándalos, muy seguramente ignorantes de las razones que llevan a las protestas, la emprendían con furia inusitada contra quienes pretenden poner orden sin abusar de la autoridad.

Si, sin abusar de la autoridad. Lo que hoy mostró Noticias RCN en televisión y otros medios no deja lugar a dudas. En Suba por ejemplo un grupo de uniformados de la fuerza disponible estuvo varios minutos prácticamente acorralado por desadaptados que con todo tipo de objetos contundentes, y aprovechándose de la evidente mayoría, pusieron en serio peligro la integridad de los policías. Al final se reportó allí en la avenida Suba con carrera 92, cuatro uniformados heridos.

Sumémosle los daños injustificados y también aleves contra contenedores de basura que decidieron los anarquistas volver objeto de “batalla”, desoyendo las voces de quienes organizan las movilizaciones que piden realizarlas pacíficamente y acompañada de expresiones culturales y artísticas.

No ignoramos eventuales excesos de la autoridad, pero ahora minimizados por la obligación de cumplir un protocolo que privilegia el diálogo y el acuerdo, sobre la represión y violencia.

El reverso de la moneda sin embargo resultó ser la actitud de manifestantes que aceptaron el llamado de la autoridad a desbloquear calles entendiendo que el derecho a la libre movilización de quienes no participan en la jornada debe respetarse.

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