Por: Carlos Alvarez
Triste sino el de la vía más icónica que tiene la ciudad. El desfile de administraciones distritales coincide con los variados y hasta ahora irrealizables proyectos para transformarla.
Claudia López decidió dar el brazo a torcer y darle la bendición a la entrada de buses estilo Transmilenio, aunque no articulados, que dio pie para que sus contradictores con mucha razón le enrostren que al final terminó dándole la razón a Enrique Peñalosa.
Para tomar distancia de la propuesta de quien fuera su mentor político y ahora visceral contradictor, bautizó su propuesta por la 7ª como Corredor Verde: Una mezcla de buses eléctricos con carril exclusivo (Modelo de Transmilenio) y una intervención verde de andenes y espacios públicos anexos.
Hasta hoy cuando transita por el mes 35 de su gobierno, la alcaldesa estimuló la esperanza de los dolientes de la carrera Séptima, que al final somos todos los bogotanos, desarrollando un proceso que en su momento denominó ejemplo de participación ciudadana, para la construcción de la propuesta del llamado Corredor Verde.
Sin embargo ad-portas de abrirse la licitación del primero de tres tramos en que fue dividida la obra, no pudo ocultarse más un componente del proyecto que hizo saltar las alarmas: Dejar en un solo sentido, sur-norte el tramo comprendido entre las calles 92 y 28, con todo lo que ello implica para el tráfico mixto que se vería arrinconado por el carril preferencial de los buses de Transmilenio.
Pretende el Distrito con esta medida, que los usuarios de vehículos particulares los abandonen y se suban al sistema de transporte masivo o que de no hacerlo busquen vías de escape alternas como la carrera quinta, la carrera 11 o la carrera 13.
Podrán imaginarse quienes leen estas líneas lo que será una ciudad, en permanente construcción, añadirle este otro infierno que significará un representativo número de vehículos y otros transportes que ya no podrán circular por la séptima, peleándose literalmente la circulación por las vías restantes.
Eso sin contar que para esos tiempos, si es que al final ocurre, la Caracas será intransitable mientras se adelanta la obra de la Primera Línea del Metro.
Es difícil sin duda tener la solución perfecta para la carrera Séptima, que reclama una transformación, pero apuntar a soluciones prohibicionistas como la que comentamos no es precisamente lo aconsejable.
Y más allá de los análisis en profundidad de especialistas en movilidad, que no es razón de esta nota, si me obliga llamar la atención que el proceso del Corredor Verde se vendió como un ejercicio participativo en el que la comunidad tenía voz incidente sobre lo que al final se definiera como propuesta. Estoy seguro de que en ningún escenario, esa comunidad llegó a plantear iniciativas como cercenar la circulación en doble sentido de la carrera Séptima como se pretende ahora.
Titulé esta nota con el nombre de un movimiento que en su momento lideró la actual senadora Angélica Lozano del Partido Verde, quien cimentó parte de su inicial campaña política en la defensa de una carrera Séptima.
Han pasado muchos trancones por la séptima desde ese entonces y hoy lastimosamente lo que empezamos a conocer de lo que se haría en la principal vía de la ciudad, me lleva a preguntar si de verdad la estamos respetando como se merece.