Por: Carlos Díaz
Conozco Bogotá de norte a sur, la recorro todos los días para llegar a los sitios donde está la noticia, usando como cualquier ciudadano de a pie el transporte público.
Como debe ser pago mis pasajes en portales y estaciones de Transmilenio, pero me defrauda ver como todo tipo de personas ingresan de manera irregular al sistema por las puertas laterales, saltando o pasando bajo los torniquetes.
Hombres, mujeres, jóvenes, adultos mayores, incluso niños, son los que veo todos los días ingresar a estos lugares arriesgando su propia vida, algo totalmente incomprensible.
Cuando se les pregunta o se les reprocha por su actitud, reclaman con gritos e incluso palabras soeces, creyéndose los mandamás del sistema, aduciendo que el transporte de la ciudad es muy malo y por eso hay que colarse.
Hace un tiempo hice un experimento mientras esperaba un articulado que me llevara a mi lugar de trabajo en RCN Radio, en la estación de La Campiña. Durante 20 minutos contabilicé cerca de 30 personas entrar por las puertas laterales de la estación, es decir dos personas por minuto y medio.
Según datos del concejal Rolando González, el porcentaje de personas que no paga el pasaje es del 29.66%, siendo la estación de Bicentenario la que más colados registra con un 50%, lo que genera pérdidas que ascienden a los 10 mil millones de pesos.
Pero más allá de lo económico, lo que preocupa es que a esos ciudadanos pareciera que la vida les vale menos que pagar los 2.650 pesos que cuesta un pasaje de Transmilenio.
Cada día me hago la pregunta típica ¿Será que estas personas antes de colarse, no piensan en sus seres queridos, al arriesgarse a que un bus los arrollé?
En Transmilenio lastimosamente diariamente se viven situaciones de intolerancia por casos como ocupar una silla, el desfile de vendedores ambulantes es interminable y se volvió normal quienes detrás de una moneda se suben a cantar o gritar sin usar el tapabocas, entre otras.
Hoy añoro las campañas que se hicieron en los primeros años para cuidar el sistema de transporte y cómo los ciudadanos daban muestra de cultura ciudadana, pero pareciera que eso es cosa ya del pasado.
Reconozco que el sistema de transporte no es el mejor, hoy no cumple con el propósito de transportar a cerca de diez millones de personas, pero por ahora es el único sistema de transporte que tenemos mientras empieza a operar el metro y es deber de nosotros cuidarlo.
Esto sin duda obliga a un llamado para que desde como habitantes de esta ciudad trabajemos para recuperar la cultura ciudadana y lograr que Bogotá sea verdaderamente la ciudad de todos.